Dicen que al cerebro humano le cuesta 21 días empezarse a acostumbrarse a cualquier cosa. A mi me da que mi cerebro es lento y soy de ideas fijas, pero no está siendo hasta ahora que estoy comprendiendo, no lo que la cuarentena, el bicho y los cambios políticos nos han traído a todos, sino la oportunidad, la puerta que se me estaba abriendo ante mis ojos y no estaba preparada para ver. Quién me iba a decir a mi que las fiesta de los Mayos del 2020 iba a ser así...
En el hemisferio norte, los mayos, el Beltane celta, celebran un acontecimiento rara vez meditado en el paganismo moderno: Como la diosa, ahora sí, totalmente despierta, "baja" la energía del dios y la convierte, tejiéndola en la realidad del mundo físico, en abundancia, fertilidad, nutrición... y Amor. Danzamos tejiendo con cintas de los colores del plano físico, alrededor del falo que se levanta hasta el cielo y que representa la fuerza, protección y fuente de energía inacabable y arrebatadora del dios, esa energía sin la que no seríamos posibles, pero que es lo suficientemente intensa como para matarnos si no aprendemos la danza cortés, el tira y afloja, el permanente equilibrio utópico entre masculino y femenino, entre blanco y negro, entre vida y muerte, entre bien y mal, que es la magia. ¿Te he dicho ya cuánto me gustan los Mayos?
Cuando empecé a estudiar magia y esoterismo quería poder. Simbolizado en conocimiento pero también en una palanca de control sobre mi propia vida: Me sentía pequeña. Me sentía ignorante. Me sentía poco válida y peor valorada. En mi cabeza, la magia era conocimiento oculto, sólo para unos pocos privilegiados, y era poder sobre mi vida y sobre los demás. Con la magia nunca más nadie se reiría de mi, nadie tomaría decisiones sobre mi vida, nadie me mangonearía. No entendía nada.
Luché y me esforcé por entender los ciclos de la madre naturaleza, por escuchar la llegada del invierno, por conocer el nombre de las plantas, por sentir el poder entrando dentro del círculo mágico, en la madrugada, a la hora mágica que yo creía, sólo por haberlo decidido, que me pertenecía. Compré hierbas, busqué minerales, leí tantos libros que estoy segura que, en mis 80, iré por los pasillos repitiendo citas de Paracelso y Cunningham sin ser capaz de encontrar mi propio culo. Los hechizos funcionaban, la magia se cumplía, los cambios aparecían... pero eso no me hizo sentir poderosa, sino frágil, ni en control sobre mi vida, sino asustada por las fuerzas que jugaba a controlar, pero no entendía; aún no había reconocido que la mierda no venía de fuera, sino que la generaba desde dentro YO SOLITA, que no tenía que buscar el poder en las hierbas ni en los ríos, que el cambio empieza siempre dentro de ti.
Un día de Abril, de los años 2000, organicé una excursión al campo para celebrar Beltane: Un capazo con bocadillos, las herramientas de corte para la primera cosecha de plantas silvestres, las ofrendas para plantas y animales... todo pensado, todo organizado. Todo perfecto. Sentía que sólo en la naturaleza conectaría con las energías de los Mayos y sólo en la naturaleza podría ser una maga de verdad y celebrar una fiesta que, en realidad, no entendía. Aquel día llovió y lloré de rabia, porque me había perdido esa fecha única en el calendario que no volvería en 364 días. Lo intenté de todas maneras al día siguiente. Pero al día siguiente siguió lloviendo, y al siguiente, y al siguiente, y la lluvia convirtió Castilla entera en un chargo enlodado, de plantas tumbadas, aplastadas y "echadas a perder" para la magia, de pájaros escondidos tras las ramas en silencio y de ciervos ocultos e invisibles en los montes. ¿Dónde estaba, ahora, tu magia?
La Madre puede estar llorando sin parar hasta el año que viene si quiere, pero a mi se me secaron pronto las lágrimas. No sé explicártelo, sencillamente, algo cambió en ese mes de lluvias, de niña tonta y enfurruñada, dentro de mi. No soy una separada con la madre naturaleza. La naturaleza también está en mi. Beltane, los Mayos... Samhain en el hemisferio sur, no es algo que le pasa a los animales y a las plantas, a la Diosa y al Dios. Es algo que me pasa a mi, tras los cristales empañados, aburridos de lluvia y hastío de no salir de casa y de morro torcido porque no todo es perfecto. De no darme cuenta de todo lo que tengo. De estar siempre mirando por la ventana queriendo más. Hoy podría estar sin salir de casa el resto de mi vida y ser, estar, sentir en la magia como si corriera por los campos mojados del Abril castellano para siempre. De la magia no recibí poder ni sensación de validación. Ni permiso para estar en el mundo. No recibí noches locas de poder oculto, con la presencia de la Diosa dándome sus dones en mi círculo mágico y haciéndome sentir super especial, maravillosa y elegida. De la magia he recibido momentos solitarios de AMOR PURO, de esos que te erizan el vello de los brazos y te llenan los ojos brillantes de lágrimas de puro gozo y asombro. De mi práctica he recibido la magia más bonita del mundo, esa que es para ti y por ti, esa que le da sentido a todo. Recuerdos y sensaciones de Amor con mayúsculas, y que me han enseñado a escribir siempre Amor así. He recibido el contacto con el Dios y la Diosa, en algo que sólo puedo expresar como una comunión mística, de esas tan cursis y llenas de lazos rosas y pompas de jabón tornasoladas, que da vergüencica ajena cuando alguien intenta después contarlas. Así que no te las cuento, nos comprendemos. Tú y yo sabemos de los que estamos hablando.
El Gran Despertar para el que nuestros ancestros mágicos nos prepararon con tanto cuidado ha llegado, pasado y terminado. Se ha abierto una puerta ante nosotros que todo lo ha cambiado. La sensación de que nada está escrito, que, como los grandes descubridores, llegamos al final del mapa y, a partir de aquí, hay dragones. Nada de lo que sabíamos sirve más. La magia es nueva, reluciente, a estrenar. No sabemos lo que va a pasar. Los primeros días lo negamos, los siguientes nos asustamos, después nos sentimos perdidos. No reconocíamos, todavía, estas energías nuevas. Ahora, lentamente, como en los primeros días de la magia, nos vamos atreviendo a manejar estas fuerzas nuevas. Tentando, titubeantes, los nuevos límites... si es que existen. Nuestros nuevos poderes, que aún no abarcamos y con los que aún nos podemos hacer daño. Intentado imaginar aún cuales han sido las pérdidas, haciendo recuento de bajas, naciendo de nuevo en la magia. Todo lo que está ocurriendo es tan excitante, tan nuevo, tan sin mácula y sin libro de instrucciones, que a penas nos atrevemos a creer lo que estamos sintiendo. Y viviendo. TODO ES NUEVO.
Benditos sean los que están, en este momento, creciendo y aprendiendo en la magia, nuestro sagrado derecho de nacimiento, porque están viviendo, sin saberlo, el nacimiento de un nuevo mundo ignoto de energías. ¡Benditos y afortunados! Que la Gran Madre les de la claridad de mente para disfrutar como si no hubiera un mañana de los dones recibidos, concentrados en el Amor y la alegría. Benditos sean los que, como a mi, se nos ha dado la oportunidad de abrir los ojos a un nuevo mañana en la magia y en lo humano. Gracias a Cristina, por recordarme ayer la maravilla de la sonrisa en la cara de las sacerdotisa, alrededor de la fiesta de Beltane, unidas su energía como una sola. Como siempre debería haber sido y es. Gracias a La Secta, por andar por el sendero que nadie ha caminado antes, con el espíritu del toro de Espartero y permitirme hacerlo con vosotros. Gracias, La Tribu, por regalarme cada día la magia de estar, aprender y hacerlo en compañía.
Alguien tiene que empezar en los nuevos comienzos y nos ha tocado a nosotros, los magos del 2020. Algún día entenderemos lo afortunados que hemos sido de vivirlo a través de los ojos de la magia, el paganismo y nuestros linaje mágico.
Mucho Amor y muchos abracicos chillaos.
Maeve.